jueves, 22 de abril de 2010

A las tres y cuarenta y cinco de la mañana unos pájaros empiezan a cantar. ¿No es demasiado pronto? Europa, Europa. Bajas las persianas con un chasquido de pvc, cierras las cortinas, tarareas algo por dentro para no oírlos, echas un polvo, gritas en histrión cuando te corres, pero incluso en ese momento los escuchas, están cantando en un árbol cercano, en un nido, sobre la verja, ¿dónde se habrán posado? Aquí, sobre mi frente, los pájaros de la noche, los de color negro. La madrugada no es un murciélago. No es un mamífero. Mañana tendremos marcas sobre la piel. Calla, pájaro nocturno, déjame leer los libros del movimiento.

sábado, 17 de abril de 2010

LE VOYAGEUR

Recuerdo los poemas de Rafael R. Costa.

Recuerdo que los leía sentada en el suelo de una habitación donde las baldosas dibujaban la estrella de David.

La habitación estaba en medio de una ciudad inmensa.

y desearás morirte porque tus labios tan descoloridos solo / son hermosos ya en un momento determinado de la lluvia

Me escribe un amigo preguntándome si estoy melancólica.

Yo me hago preguntas sobre la melancolía.

y te encuentro enseguida y pasamos otra tarde decidiendo / si vamos al muelle si te parto la cara si te escribo poemas

La melancolía es un parte del cuerpo humano útil y necesaria para la memoria.

Le contesto a mi amigo diciéndole que no estoy melancólica.

Pero supongo que un manojo de mi pelo o las uñas que caen en el lavabo o el borde de la carne que queda enrojecido por algunos elásticos son melancólicos.

comimos dátiles en casa de sus padres, y después / en la azotea hablamos durante horas de los astros

No estoy melancólica pero si recuerdo los poemas de Rafael R. Costa y busco su libro y lo abro y releo algunas maravillas pequeñas igual que si hago recuento de los amores de antes o los de ahora igual que si un día fui una niña que metía los pies en el agua desde la proa de un barco igual que si las luces aquellas me cegaron mientras la felicidad se ensanchaba como pompa de chicle al salir de una discoteca en las afueras de Berlín igual que la madrugada en que bebí mi primer colacao en la cocina de la casa del verano mientras ella rompía aguas frente a mí igual que cualquier refugio o cualquier maldición o cualquier herida pasada presente futura todas esas cosas destrozadas y atesoradas significan que no estoy melancólica sino viva.

Esta semana he conocido una nueva buhardilla de Madrid. Tiene las paredes recién encaladas y apenas tres muebles. Sorbo mi saliva al imaginar la nostalgia que sentiré dentro de algunos años cuando recuerde los momentos libro cigarro té moruno caducado risas que aún me quedan por pasar dentro de ella.

Ni más ni menos que eso es la melancolía.

Ni más ni menos que esto:

Los vientres de los pájaros son negros

si han de contenerte.

La línea de tu pómulo cortado conduce recto al infierno

tengo sed de besarte y te beso yo quiero ser el poeta

de los condenados.

*en cursiva: Rafael R. Costa, Le voyageur

domingo, 4 de abril de 2010

Exposición parcial al sol: la piel de pera

Mientras hablo contigo por teléfono entorpezco la vida de una hormiga roja con una ramita seca. Esto es algo que he hecho mil veces. Sólo que hoy no la mato.
Me quedo callada porque no sé qué decir.
O sí sé qué decir pero el teléfono es un laberinto.
Tengo múltiples personalidades para hablar por el móvil y a ti no te ha tocado la mejor.

Ahora que empezaba a cogerle el ritmo a este columpio cotidiano el lunes llegará con su fuerza centrípeta para congelarme.
Reviso fotogramas de hace algún tiempo, de cuando los viajes.
Soy capaz de verlo todo más claro con esta luz luciérnaga, volveremos a fugarnos.
Este ha sido un fin de semana Rosebud, un fin de semana Eddie Taylor, you are a free man.
Pero él bang, bang.
Qué tonto.

Todos somos Eddie Taylor muchas veces cuando nos dicen you are a free man y nosotros bang sin hacer caso.
Qué tontos.

No seamos tontos.
Sólo dejemos caer nuestra baba pegajosa al suelo de algunas habitaciones sin cortinas y sin parqué, habitaciones desoladas con un único mueble pero perfectas. Un poco frías aunque el sol entre por las tardes desde la ventana alta. Ahí sí hagámonos los tontos. Stranger Than Paradise, o nada.

Bien. Me he levantado a la hora acordada cada día. He intentado caldear la casa en la justa medida de no derroche. Mi hermana dice, a 15º hace frío en la calle. Yo le echo una manta por encima. Ssshhh. Te acostumbrarás. Incluso así, me han faltado las horas después de recuperarme del tropiezo de las adivinanzas y las despedidas. Todavía hubiera querido que los días durasen más. Tic tac tac por las mañanas. Y Yourcenar por las tardes.

También me he acostado a la hora acordada cada día.
Me he volcado al sueño como un lagarto.
Sin porno fino. Sin edulcorantes. Apenas sin leer.
A pesar de todo he soñado cada imagen como si fuese la primera vez.
Cuando no hay nadie, no hay nadie.
Ni siquiera estoy yo.
Es magnífico.
Silencio.

jueves, 1 de abril de 2010

La piel de higo


Hoy no estoy para adivinanzas.
¡Hoy no estoy para adivinanzas!


P.D.: exclamar, declamar, despedir.