martes, 27 de noviembre de 2007


Hoy tengo los párpados hinchados de pensar en ti.
La noche se hizo corta, otra vez,
no sé qué haremos con la vida cuando vengas.


Acábate la luz, que yo te espero.

domingo, 25 de noviembre de 2007

El saber superior del hombre de ciencias.

Ni consuelo, ni sacrificio, ni comprensión.

Lo abstracto es la venganza.

Asumo el miedo, la inconsciencia.

Que vengan ellos a vivir.

Que ellos lo hagan.

No ahí quietos,

la mirada severa tras el cristal,

ese átomo de burla tras la sonrisa.

Ni consuelo, ni sacrificio, ni compasión.

Yo creo en la felicidad con su puerco delirio.



lunes, 19 de noviembre de 2007

Empacharse de Onetti es esto, y tan a gusto:



Córdoba, El hombre río


"Sospechó, de golpe, lo que todos llegan a comprender, más tarde o más temprano: que era el único hombre vivo en un mundo ocupado por fantasmas, que la comunicación era imposible y ni siquiera deseable, que tanto daba la lástima como el odio, que un tolerante hastío, una participación dividida entre el respeto y la sensualidad eran lo único que podía ser recibido y convenía dar."

El astillero, Juan Carlos Onetti

martes, 13 de noviembre de 2007


Córdoba

La mitad del corazón martirio, la mitad descanso, la parte maldita y la otra parte derretida y convergente, un solo de carne fresca y latiente y una caducidad de desamparo, y todo eso en particular, que la generalidad del alma-sangre a mí me sobrepasa, me sobrelleva, y a cuestas en la espalda recojo el desperdicio o la culpa, pajarillos secos y débiles. De día la calle es tan bella. De noche, tan larga.





Eso no es verdad.

La frialdad que me abre a cierta hora,

el pie alejado del bulto bajo la sábana.




Sevilla

Eso no es verdad.

Es pereza, nostalgia,

es un recurso íntimo y no es suficiente.



Te he visto con mis propias manos. He escuchado una respiración acercarse y el pequeño sonido de este mar te ha delatado. No quiero más tabaco y tú me ofreces: fumemos en aquella roca alta, la blanca que está junto al castillo. Y allá vamos. En un paisaje tan agresteazul no te estás quieto. A mi lado ya no hay nadie más que este sol de noviembre y tu sombra, que baja y sube el acantilado y se recorta sobre el cielo. Tus ojos, tan grandes tus ojos asumiendo el pensamiento en desembarco. Te noto raro y te lo digo: es la mañana lenta.


Cabo de Gata, Almería

Ésta es tu tierra, una feliz animalada de montañas, solitaria y terminando la península. Brilla una luz en tu pelo negro e imagino tu silencio como una dicha por volver. Yo he encontrado un hueco en mí misma y el agua clara del Mediterráneo me deja en paz. Me esquivo, estoy bien aquí, con los juegos perversos de las tardes y las cenas y los bailes. Me evito el pozo húmedo de las resoluciones: quizá sea posible vivir en esta emoción, aquietada marisma cómplice y con secretos. Volar contigo a veces, y a las afueras de todas las ciudades el suicidio de uno mismo, la imposible redención. Me acojo a tu calor y no pretendo entenderme, por esta vez.

jueves, 8 de noviembre de 2007


Cuando tenga que volver

tomaré esas calles empedradas,
amarillas de sol aunque la noche,
los ojos pintados de las niñas guapas,
el calor del mediodía de noviembre.
Cuando tenga que volver
aprenderé de nuevo los nombres,
los lugares,
los atajos.
En el fondo, ya no sé
qué parte del corazón se ha marchado
y qué parte viva regresa.

jueves, 1 de noviembre de 2007


Córdoba

Huelva

Sevilla

Almería

"Quiero recordar ahora las veces que escapaba
de la ciudad cumpliendo el juramento de no llevar
un lápiz ni un papel. Me lo habían prometido:
durante un segundo o vería la altura y el color
de una ola perfecta e irrepetible.
Una visión así puede compensar el resto de una vida."

Juan Carlos Onetti, Dejemos hablar al viento